Comparto de nuevo un artículo que escribí hace ya unos años, pero creo el tema que trata es interesante e importante para el bienestar de nuestros perros… El estrés, qué es, cómo identificarlo y qué hacer.
El tráfico, los plazos y tiempos ajustados, las preocupaciones económicas, los problemas familiares,… El mundo en que nos movemos nos hace vivir acelerados, con presión y alerta ante todas las situaciones cambiantes que nos rodean y preparados para adaptarnos a cualquier exigencia del medio. Es normal y habitual para nosotros hablar de estrés en el mundo humano. Sin embargo, cuando hablamos de estrés en el perro no es raro que escuchemos cosas del tipo “¿estrés? ¿de qué va a estar mi perro estresado? Estresado estoy yo a final de mes! Pero él…. Él no!!!”.
Como señala Robert M. Sapolsky en su libro ¿Por qué las cebras no tienen úlcera?, “a veces los humanos sufrimos estrés por cosas que carecen de sentido para un león o una cebra”… Mientras que leemos el siguiente texto tratemos de ser empáticos con nuestros amigos de cuatro patas y pongámonos en su lugar para entender qué les causa estrés. Para comprenderlo mejor es importante ahondar un poco en qué es el estrés, cómo identificarlo y problemas directamente asociados y, por supuesto, cómo podemos solucionarlo.
A lo largo de este artículo trataremos de abordar este tema y aclarar algunos puntos clave.
- ¿Qué es el estrés?
El estrés es una respuesta automática y adaptativa del organismo ante cualquier situación que nos provoca una emoción (ya sea positiva o negativa). Esta respuesta automática e involuntaria es la responsable de que hayamos sobrevivido hasta nuestros tiempos, adaptándonos y preparando el organismo para las exigencias de un ambiente cambiante.
El estrés pone en marcha los mecanismos de huida o de lucha, disminuye los umbrales del miedo y de frustración y como consecuencia las conductas agresivas en el perro.
- ¿Cómo identificar el estrés?
Los siguientes puntos recogen algunos síntomas que pueden ayudarnos a identificar picos agudos de estrés en el perro:
- Jadeo
- Hiperactividad – incapacidad para estar tranquilos
- Falta de concentración y atención
- Reacción excesiva ante acontecimientos y situaciones
- Aumento del ritmo cardíaco
- Mayor frecuencia de micción y defecaciones
- Vómitos y diarreas
- Aumento de la sensación de sed e ingesta de agua
- Salivación excesiva
- Autolamido (en exceso y de manera obsesiva)
- Conductas obsesivas – estereotipias (perseguirse la cola o dar vuelas, … v.g.)
- Pérdida de pelo
- Letargo
- Pérdida de apetito
- Rigidez muscular
Cuando los episodios de estrés se prolongan en el tiempo o existe una mala gestión, los síntomas se agravan y pueden darse problemas de conductas destructivas, ladrido estereotipado o cronificado, caída de pelo abundante, enfermedades infecciosas frecuentes, descalcificación, inhibición y falta de interés por la relación social, falta de sueño o depresión, problemas digestivos cronificados e hiperapego, entre otros.
Y por supuesto, como ya señalábamos cuando definíamos el estrés, dado que el organismo se prepara para la huida o la lucha aparecen conductas de miedo y agresión.
- Problemas de conducta asociados al estrés
Para comprender gran parte de los problemas y conductas asociadas, creemos muy importante señalar en este punto la inhibición de los protocolos relacionados con la comunicación y relación social, derivado de la activación del estrés: El perro cuando está estresado ni realiza ni ve las conocidas como señalas de calma (o también llamados protocolos de evitación de conflictos). A su vez, el no poder comunicarse genera altos niveles de estrés, lo que al final se transforma en la “pescadilla que se muerde la cola”.
Al no realizar ni recibir estas señales (base de la comunicación en los perros, como describe Turid Rugaas en su libro El lenguaje de los perros: Las señales de calma) el perro será más proclive a demostrar conductas de miedo o de agresión ante los estímulos que se le presentan.
Seguro que al enumerar los síntomas para identificar el estrés hemos podido detectar alguno que por sí sólo podríamos entender como una conducta indeseada en nuestro mejor amigo (por ejemplo el ladrido cronificado o las conductas destructivas). Sin embargo nos parece muy interesante hacer especial hincapié en dos de los principales problemas asociados al estrés y que mayor número de casos de tratamiento de modificación de conductas suelen conllevar.
- Relación entre estrés y miedo
El miedo no es más que una situación de estrés provocada por la percepción de un peligro (real o imaginado por el animal) procedente de un estímulo del entorno (un ruido, una persona, otro perro, …).
Ante una situación de miedo los altos niveles de estrés provocan un desequilibrio químico en el cerebro y en el resto del organismo que desencadenan síntomas ya mencionados en la parte de identificación de estrés, como son jadeo, aumento del ritmo cardíaco, salivación excesiva, … Este estado de alerta en el perro hace que la lectura que haga de su entorno sea negativa, preocupante y por tanto más estresante. Derivadas de la activación orgánica, el perro puede desarrollar conductas agresivas para enfrentarse al estímulo en cuestión causante de la respuesta miedosa.
- Relación entre estrés y conductas agresivas
La agresión representa el estado emocional originado por la frustración en el perro, que como vimos aumenta en picos agudos de estrés (y se acentúa con estados de estrés cronificados). Durante los episodios agresivos el organismo segrega adrenalina, como pasa también en el miedo, activando y preparando al perro para enfrentarse (luchar) a la situación. Las conductas agresivas en el perro suelen conllevar correcciones y castigos por parte del propietario, que a su vez aumentan el estrés en el perro, y así de nuevo nos encontramos ante la “pescadilla que se muerde la cola”.
Hay que tener en cuenta además que cualquier episodio de estrés puede repercutir y ser el responsable de comportamientos excesivos en nuestro perro horas, incluso días después, una vez pasado dicho episodio. Por ejemplo, tras un episodio de estrés un perro puede mostrase agresivo hacia otro perro horas después de haber tenido lugar el episodio estresante, sin que esto signifique que nuestro perro tenga un problema de agresión hacia otros canes.
- ¿Qué provoca estrés en los perros?
Realmente cualquier estímulo puede ser causa de estrés, ya que como comentamos al principio, el estrés es una respuesta automática que prepara al organismo para enfrentarse ante cualquier cambio en el entorno.
En la vida diaria de un perro podríamos señalar factores como exigencia muy alta, situaciones de frustración en el perro al no ser este capaz de resolver los problemas que se le plantean o no haber establecido un “código de comunicación” perro-guía claro y conocido por ambas partes, presentación ante estímulos que dan miedo al perro también conllevan estrés alto, la falta de rutinas en el día a día, la excitación inducida de manera habitual, el exceso o defecto de estimulación mental y física,…
Es importante identificar qué situaciones y/o estímulos concretos desencadenan estrés en nuestro perro, conocer cuáles son los síntomas de estrés más habituales en nuestro amigo y sobretodo y más importante cómo lo gestiona cada individuo y qué consecuencias conlleva en su comportamiento una vez superada la situación estresante.
- Tratamiento del estrés
Primero y fundamental es observar e identificar que agentes y/o situaciones causan estrés en nuestro perro. En la convivencia diaria dependerá del tipo de vínculo y relación que tengamos con él, de la actividad mental y física que realice, de miedos adquiridos o heredados del perro, etc.
Entre las medidas que hay que poner en marcha en cualquier protocolo o rutina de reducción de estrés, nosotros destacamos:
- Corregir/ Mejorar el vínculo entre perro y propietario así como la comunicación en los dos sentidos.
- Reducir movimientos rápidos y bruscos en la vivienda habitual y el entorno del perro durante el tratamiento (ya que los movimientos rápidos e inesperados aumentarán los episodios agudos de estrés en el perro).
- Reducir (e incluso si es posible eliminar) la exposición del perro al estímulo causante de estrés durante las primeras fases del tratamiento.
- Revisar factores asociados a necesidades básicas como la alimentación, zona de descanso del perro,…
- Revisar el ejercicio físico que realiza el perro y adaptarlo (si es necesario) a la capacidad y necesidades del perro en cuestión.
- Optimizar los paseos: que el paseo sea un momento de calma, relajación y disfrute tanto para el perro como para su dueño es fundamental. El paseo con correa larga, permitiendo e induciendo al perro al olisqueo, caminar sin tirones,… son factores clave para el éxito del paseo.
- Establecimiento de rutinas. En los problemas de estrés una de las cosas que más afecta e impide la mejora o avance del tratamiento es la impredecibilidad.
- Trabajar y estimular el olfato del perro mediante juegos sencillos de olisqueo y búsqueda, siempre adaptados a las capacidades de cada perro.
- Incluir masajes en las rutinas diarias del perro.
- Y por último y siempre con supervisión de un profesional cabe la posibilidad para casos más crónicos, completar los tratamientos con complementos alimenticios que ayuden al organismo a recuperar el equilibrio.
Un artículo muy completo y profesional enhorabuena Lucía
Muchas gracias!