Creo importante escribir sobre la diferencia que existe entre la educación y el adiestramiento del perro. Suele haber mucha confusión entre ambos términos, equivocándolos o mezclándolos y aunque una cosa puede ir de la mano de la otra no son lo mismo.
Cuando hablamos de adiestramiento nos referimos a la enseñanza de conductas con una motivación generalmente individual (el perro obtiene un premio/refuerzo por realizar dichas conductas) e implica procesos de aprendizaje basados principalmente en el condicionamiento operante. En este sentido tenemos desde adiestramientos en conductas básicas como sentarse o tumbarse a la orden hasta adiestramientos más complejos como el relacionado con cualquier disciplina deportiva o el entrenamiento del perro de servicio, por ejemplo.
La educación en cambio implica multitud de procesos de aprendizaje y no persigue la enseñanza de una conducta concreta, sino que tiene como objetivo la correcta integración del perro en su entorno, teniendo como resultado un adulto equilibrado, sano emocionalmente y feliz. Que nuestro perro tenga una correcta socialización (con personas, animales y distintos ambientes), que aprenda a estar relajado y seguro en distintos escenarios, que sepa relacionarse con otros perros de una manera adecuada,… tiene que ver con la educación.
Efectivamente podemos integrar, y de hecho es muy útil hacerlo, el adiestramiento dentro de la educación de nuestro perro, ya que nos ayudará dotándonos (al perro y a nosotros) de herramientas que nos facilite su integración en el ambiente dónde nos desenvolvemos. Enseñar y trabajar conductas como acudir a la llamada cuando nuestro perro está suelto en el parque, sentarse en los pasos de peatones, esperarnos tranquilos en la puerta de un comercio,… hará que nuestro perro tenga una mayor libertad y que le integremos con mayor facilidad en nuestro día a día, convirtiéndose por tanto en un compañero inmejorable. Sin embargo que nuestro perro sea capaz de realizar multitud de conductas con un estado emocional inadecuado, aislado del entorno que le rodea, sin posibilidad de relacionarse con otros perros o personas no sólo no nos será útil en nuestro día a día, sino que estaremos trabajando en contra del bienestar de nuestro compañero, privándole de una vida feliz y plena.
Sin duda, si me preguntan, yo quiero un perro educado.